«…En la pintura de Batlle Planas se camina para el dédalo de la Ciudad sacralizada, que todo lo une y todo lo separa en un mismo haz de posibilidades sin principio ni fin: el signo Zen, el espacio metafísico de Chirico, los sueños surrealistas de Max Ernst, la precisión desplegada de los planos cubistas, el lirismo bíblico de Chagall, ese modo cortes que tenía Morandi para descubrirle al color su secreto silencio.

…En fin, el espectador tiene ante sí todas las imágenes del dédalo: en un abanico temporal que abarca desde 1941 a 1965: al filo de un cuarto de siglo de pintura consagrada a lo que importa. Para decirlo con versos del pintor, extraídos de distintas partes de un poema suyo reciente, lo que importa es "el manejo constante de la serenidad", "el canto vivo de las geometrías". Y, desde luego, el hombre, "aquellos solitarios en las inmensidades" que somos todos.
Solo resta decir que en estos momentos Batlle Planas está trabajando en cuadros cada vez más despojados de riqueza, cada vez más ricos de asetismos, en los que los blancos rituales acogen en su paz, entre la levedad de los grises protectores, la llegada de un rosa, un amarillo, un azul… siempre breves, como un latido, como un toque vivo sobre Ia piel tersa de las superficies delicadamente desnudas.
Y en cada pincelada, la mano del Enigma, trazando la ida y el regreso “a Ia sencilla idea que permite la forma de la profecía"».

Varela, Lorenzo
(Miembro de la Asociación Internacional de Críticos de Arte)(1965) Catálogo "Argentine Cultural Panorama" , Embajada en Washington.