«Yo no navego en aguas tranquilas, ni los vientos me son favorables. Sólo, librado sostengo que la posibilidad de creación se genera a través de una acción interno-mecánica. Por su técnica y de acuerdo a la distensión o reparación que significa es pintura, escultura, poesías, etcétera. Esta acción interno-mecánica está ayudada por la herencia de la naturaleza y al ser expulsada continua su heredad. El arte, en este caso mi pintura es una continuación prendida o desprendida de un compuesto biológico. Hay, como señala Weidlé, una metabiología.
¡O si no las dudas! ¡Oh las dudas!
Es de todos los días el informe que los tres reinos dan sus poderes formales pictóricos o pictóricos biológicos. De esa verdad saqué partido para afianzarme en las particularidades que existen en todos pero acusados de acuerdo a un sistema que nos diferencia de individuo a individuo. El manejo de las formas y el color través de técnicas automáticas nos ha permitido ir lejos y penetrar muy hondo en los extraños comportamientos del alma. Los secretos resortes de su potencia me han permitido cualidades. Poe ejemplo reparar que en mi natural hay un potencial y que este se sustancia muy bien en una acción romántica. A través de crisis y evoluciones, de enfrentamientos y dificultades, esa virtud romántica logró colocarse en ofrenda a una persona o luego a partir de ello, localizarlo en equilibrio, se proyectó en comportamiento. Se cumplió así un recorrido: la dependencia de un sujeto a su medio. La aceptación de uno de los detalles más maravillosos del organismo, el compuesto energético y la comprensión del mundo psicológico me han permitido una función creadora impar, y por lo tanto una pintura particular. No he dejado por esto de vivir y participar del conocimiento a otras de ejecución y aplaudido cuanta tendencia o escuela se constituye. Es innegable que el alma relata en el arte sus avatares: prevalecer, prevalecer, prevalecer a través de la biología mágica. La obra de arte es prevalecer en el seno de la familia, en el seno de la sociedad, en el seno de uno mismo. ¡Qué magnífico poder, en la medida de los posible, sublimar en un ser ese designio! No dejé de pasar por la angustia psicológica de todos. Muy al contrario. Seguramente las crisis las viví en forma más airada que los demás, pero las desventajas fundamentales en una técnica, el automatismo me permitieron una mayor cristalización. Jamás sufrí pintando. Hasta determinado momento los sufrimientos estuvieron separados de mi alma. Esta era un hilo de atar que anudaba el cuadro y lo independizaba.
Se ha señalado y comprendido que jamás un acto realizado por mí en materia de pintura haya sido un acto penado. Una inmensa alegría separaba lo de adentro de lo de afuera. Recientemente, un ser que maneja la secreta organización del alma insistió en que en mí se hallaba por primera vez, frente a un pintor que jamás había sufrido realizaba. Con esto no quiero gratificarme y menos no aceptar el destino común.
Posiblemente mis agitaciones son superiores a la de otros, pero ala aceptar mi esquema corporal he gravitado en relación a él y eso me ha favorecido.
La contestación real sería esta: he pintado y pinto como continuación de una ley fuerte y siempre estoy vigilante de lo que mi instinto me manda a través de sus mecanismos irracionales.
La descarga que permite esta técnica es a su vez, una carga. Los impedimentos del concepto o del preconcepto quedan de lado. El automatismo permite que afloren las arquitecturas más profundas de nuestro ser quien se puebla, así de mayores antecedentes para lograr una forma tiempo. Este movimiento pendular tiene tal riqueza que por ello se hace variado su desprendimiento. El estilo está más fijo que nunca pero permite infinidad de dinámicas.
Toda esta ciencia la viví y la ejecuté dedicada a un ser humano, colocando su imagen en todos los paisajes que mi ánimo aconsejaba.
Tomó toda la frialdad o calidez del ámbito, es decir mi propia frialdad o mi propio calor. En suma, esta ofrenda es el testimonio para el juicio que se hará de cómo resolví la liaison entre hombre y civilización, el único compromiso que acepto: un comportamiento para demostrar que nací y que tuve derechos para vivir en sociedad.».