«Un océano de gestos inesperados, de vocabulario precario, delicado e infinito, de formas y colores interminables, de textos tan visuales que rechazan toda referencia que no los alcance. Guiños poderosos para cualquier conocedor y amante de la pintura, una invitacion rotunda a compartir un espacio y muchos secretos con quien pueda aún mirar con inocencia las marcas que un incansable trabajador, hacedor e inventor trazó de modo tan desbordante. Que soñó despierto mientras invadía hondamente el territorio del placer y el juego, del saber y el descubrimiento, del sobreentender y sumarnos amistosamente en una comunión privilegiada de silencios y exaltaciones.
Juan Batlle Planas realizó todas estas pequeñas, seductoras y casi inéditas, imágenes entre 1950 y 1960 aproximadamente. Quizás en un repliegue intimista, en un tanteo, en muchisimos tanteos de ordenar de otro modo, de ordenar para conocer, y desordenar para sentir, para ampliar, para incursionar, para atreverse y disfrutar.
Líneas, ritmos, pequeñas formas coloreadas y prolijas geometrías. Tintas, témperas, algún collage, algún frottage, manchas y un grafismo persistente como escritura que adjetiva, que sensibiliza, que narra a la mirada un pensamiento que no asoma aún y ya estremece el campo que recién se afirmaba».